lunes, 25 de abril de 2011

Tres de siete (IV)

Aproveché para situarme a no más de cuatro o cinco metros. Sentirme tan cerca me produjo un escalofrío. Disimulé mirando un escaparate mientras esperaba a que terminara de comprar. Fue una espera realmente provechosa, pues además de cumplir su principal objetivo, me permitió descubrir el fascinante mundo de las aspiradoras de última generación. Observando tales artilugios me pareció más fácil aspirar la alfombra con una pajita. Un momento después comprobé que estaba cogiendo las vueltas, así es que me preparé para seguir sus pasos de nuevo. Anduvimos hasta atravesar la Plaza de la Concordia. ¡Qué paradoja! De día escenario habitual de manifestaciones de ciudadanos no siempre pacíficas; de noche lugar de encuentros poco amistosos entre bandas rivales. Dos calles más arriba la chica giró a la izquierda para entrar en un portal situado casi en la esquina. Si no hubiera sido por el portero del inmueble con quien se entretuvo unos segundos la hubiera perdido.
-¿Por qué habrá recorrido esta larga distancia a pie? El 253 la habría dejado aquí mismo. Incógnitas del universo femenino.
Crucé la calle y me senté en la terraza de un bar. Pedí un café. En menos de diez segundos un sonriente camarero, a quien parecía que le habían dado cuerda, puso la taza humeante sobre la mesa. Mientras bebía decidí rápidamente lo que iba a contar y marqué el número de la oficina.
-Hola, Marisa, cof, cof. Oye, ¿ha llegado ya, cof, Gerardo? (...) Sí, cof, cof, estoy más caliente, cof, que la caldera de un vapor del Misisipi, cof, cof, cof (…) ¿Ruido?, ah, sí, cof, cof, acabo de salir del médico, cof, y estoy esperando un taxi que me lleve a casa (...) Nada, de garganta, mañana estaré mejor, cof. Oye, guapa, mira, cof, tengo el informe de ventas en el ordenador, cof, cof. Dile a Mauri que lo imprima, cof, cof, y se lo dé a Gerardo (…) Sí, él sabe mi contraseña, cof (…) Gracias, guapa, y tú que lo veas, cof, cof. Hasta mañana.

2 comentarios:

  1. Ya ha empezado a mentir.
    Son todos iguales.

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  2. Nada como mentir en el trabajo, yo empecé desde muy joven, y la verdad es que resulta muy excitante, incluso adictivo.

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