viernes, 29 de abril de 2011

Tres de siete (VI)

Las mañanas siguientes en el trabajo fueron horribles. Ansiaba el momento de volver a encontrarme con Paula. Una de esas tardes, como todas las demás, cuando terminé en el trabajo volví a la misma terraza, deseando como siempre que mi espera fuera más fructífera que en las jornadas anteriores. En los últimos días había desatendido todas mis obligaciones, así es que yendo por el segundo café recordé que mi nevera estaba totalmente vacía. Pagué y me dirigí a un mercado cercano. Me resultaba difícil pensar en otra cosa que no fuera ella. Así, absorto, llegué hasta el puesto de pescado. Había siete u ocho personas. No había “turnomatic”, así es que pedí la vez y esperé mi turno. Mientras el pescadero atendía a los clientes una segunda persona colocaba unas cajas de espaldas a nosotros. Era una mujer de estatura media-baja y bastante delgada. Cuando se quitó el gorro blanco que recogía su pelo el corazón casi me agujereó la caja torácica. Una melena negra, abundante y desordenada cubrió sus hombros. -¡Dios mío! –exclamé.
A la vez que el resto de compradores me miraban con extrañeza una señora de tamaño descomunal se abría paso a empujones pisándome un pie. La miré sin ocultar mi dolor mientras ella se alejaba tranquilamente del puesto. Cuando se encontraba a cuatro o cinco metros volvió la cabeza y nuestras miradas se cruzaron durante un segundo. Me giré de nuevo hacia el mostrador y comprobé con gran decepción que la ayudante del pescadero, quien ya se había dado la vuelta, no era Paula. Después de un buen rato cogí los boquerones y el filete de emperador y me dirigí a la carnicería. Mi todavía dolorido pie me recordó el ataque de la apisonadora.
-Ni siquiera me ha pedido disculpas –refunfuñé.
-¿Qué le pongo, señor? -Medio kilo de chuletas de lechal, por favor.
Después de pasar por la frutería y la charcutería volví a la terraza para disfrutar del tercer café y observar de nuevo el portal.

2 comentarios:

  1. Esto cada vez está más emocionante, esa mujer imposible de aprehender entre mercados y bares

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  2. A lo mejor Laura no quiere nada con el prota. Va a tener que pedir una orden de alejamiento.

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