sábado, 19 de febrero de 2011

Hoy

Hoy sale el sol para mí. Me recibe con su luz como brazos abiertos de par en par, me acaricia, me arropa y hasta me abruma con sus reverencias. Salgo al balcón con las legañas todavía puestas y me lleno de aire. El mismo que ayer me ahogaba hoy me hincha de vida y me purifica en este domingo de San Miguel. Hoy el horizonte de esta ciudad no me parece tan árido, y en el cielo recortado por los edificios vuelven a esculpirse las figuras de nube que no veía desde un pasado lejano. Aquí un conejo, allí una cara de perfil. Sobre mi cabeza una bandada de pájaros se desplaza de un lado a otro en meticuloso ritual, primero a la derecha, luego a la izquierda, después rodeando aquella antena. Observo maravillada la exactitud de los movimientos repetidos una y otra vez al son de aleteos y graznidos; es el sonido de la fauna urbana, que hoy, lejos de molestarme, me parece cargado de musicalidad. Abajo el quiosquero ya no es tan áspero, hasta veo en su cara un atisbo de sonrisa. En aquel banco dos chiquillos pelan la pava; en esa esquina varias señoras charlan animadamente; en la acera el camarero coloca alegremente las mesas y las sillas mientras saluda a los vecinos. Hoy la calle está viva, como yo. Sigo teniendo los ojos irritados por las noches toledanas, pero hoy todo ha cambiado, yo he cambiado. En mi vida he llegado tarde muchas veces, tantas como he dormido a la luna de Valencia, pero porque más “cornás” da el hambre, como decía el torero, hoy me quito el corsé de la exigencia desmedida, de poner picas en Flandes. Porque hoy sale el sol para mí y lo hace por Antequera.

1 comentario:

  1. Gracias por colgar este relato, es uno de mis preferidos. Está lleno de sonidos, imágenes, gestos.

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