Jinetes

Hoy no puedo parar de acordarme de los que cabalgaron la utopía alguna vez. No sólo los que la cabalgan ahora; los que lo hicieron antes, cabalgadas que acabaron en la cárcel, con la muerte o en la nada, simplemente ahogadas por el cansancio y la incomprensión. Los que cabalgaron la utopía y pagaron con la vida, a veces con la oportunidad de levantar el puño, gritar algo o mirar a los ojos a sus verdugos, muchos, o los que no tuvieron más remedio que gritar como cochinillos en la última hora, muchos más. Cabalgadas con el viento de cara, en solitario, cuesta arriba, en compañía, a la desesperada, más cortas, anónimas, más largas, siempre adelantadas a su tiempo. Quisiera decirle a los jinetes de ayer, a los de hoy, a los de mañana si me es permitido, que ninguna de esas cabalgadas fue, es o será en vano.