viernes, 15 de enero de 2010

Nada suelto.

Siempre coloco la cartera en el bolsillo de atrás. Ayer estuve todo el día buscándola, y nada, no aparecía. Comencé entonces con los bolsillos delanteros. Y aparecieron varias, todas oscuras y raídas. Estaba tan sorprendido yo como ellas. Escondidas, llevaban semanas revolviéndose con los billetes de metro usados y las servilletas de papel. No entendía nada. Mi cartera de siempre se pegaba a la mochila de niño, la billetera se mezclaba con mi antiguo monedero. El bolsillo, con la costura ahora hacia fuera, era como una cueva de ladrones, todos con ases en la manga y repartiendo a diestro y siniestro. Metí los pantalones en la secadora y encendí el secado-exprés.

1 comentario:

  1. Eso, eso, la secadora es la única capaz de devolver las cosas a su limbo.

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