martes, 29 de marzo de 2011

VENTICUATRO SEGUNDOS

La historia empieza así:
Un famoso restaurador recibe a sus clientes a la puerta del negocio. Los saluda a todos como si los conociera de siempre.
Una señora agarra su mano y le pide cenar en la silla en la que una vez cenó "La Divina". El restaurador responde que ya han cambiado el mobiliario. La señora se sienta resignada en la mesa reservada, en la esquina del fondo.
Pasa el tiempo.
El dueño del restaurante sale en la tele. Es una entrevista a famosos restauradores. El hombre esta más mayor. Le preguntan si tiene alguna anécdota. Él está contando lo de la señora y la silla de La Divina:
-… es una historia que no he contado nunca, y ahora quiero recordar a esa señora, si me esta viendo, que en el segundo plato un camarero le cambió la silla. Señora, quiero que sepa, que usted cenó en la misma silla de La divina. No puedo decirle no a quien viene a cenar a mi casa, pero tampoco debo traficar con la silla de "La Divina", que guardo en mi museo particular. Aunque sea tarde, quiero que lo sepa, señora.
El restaurador ya esta viejo y sigue recibiendo a los clientes como si los conociera de siempre. Un padre con una niña preciosa de la mano le pide al oído la silla de "La Divina" para su Princesa. El restaurador le dice que lo siente con la cabeza y el padre rápidamente comprende y responde que "tenía que intentarlo".
En el restaurante los comensales disfrutan de sus respectivas cenas. En la esquina del fondo la niña se esfuerza por cortar el filete con perfectas maneras, aunque no llega bien a la mesa.
Al fondo se distingue la figura de un joven camarero que trae una silla desde la otra punta del salón.
Mientras unas viejas manos acomodan un cojín en la vieja silla, se cruzan las miradas del viejo, el papá y la niña. Entonces unas letras sobreimpresas en la parte inferior de la pantalla:

LO MEJOR PARA NUESTROS CLIENTES.

Y luego el logo del banco y fundido a negro.

3 comentarios:

  1. La verdad es que sostengo una actitud más bien enconada respecto a los restauradores y los clientes de los restaurantes, pero es una historia con un final redondo. No sé, tal vez algún asesinato o la divina que se aparece en los cielos.

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  2. Siempre los bancos. Son como una plaga. Incluso se cuelan en los relatos de la gente elocuente.

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  3. Gracias por lo de elocuente.

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