jueves, 10 de marzo de 2011

Final alternativo para cualquier historia.

Se quedó inmóvil en la cocina, mirando la banqueta, reuniendo toda la información, comprendiéndolo todo.
El hombre agarró la banqueta de la cocina y salió a la calle.
La señora Julia se asomó y preguntó - ¿A dónde va este ahora? Y alguien contestó:
- Déjelo que vaya donde quiera.
En la playa sus pasos se ralentizaron pero avanzaba firme.
Colocó la banqueta frente al mar en calma y se sentó. Estuvo un rato calculando su discurso y reuniendo la determinación.
El rumor del mar parecía repetir claramente algunas palabras en distintos tonos:
- Vas de farol…
- Vas de farol?
- Si, vas de farol…
En cualquier caso, al hombre, el rumor del oleaje le sonaba a ironía.
Adelantó una pierna, levantó un dedo y sentado en la banqueta dijo:
- Si tu…
Pero no pudo continuar, una ola burlona le mojó los zapatos y los calcetines.
Se recompuso, clavó uniformemente las patas de la banqueta en la arena, adelantó la pierna y el dedo otra vez y dijo:
- Si tu…
Esta vez la ola traviesa le llegó hasta la cintura, haciéndole perder el equilibrio. Hombre y banqueta rodaron por la arena mojada y la resaca de la ola llenó de chinitas y pequeñas conchas la pernera del pantalón.
Esta vez no se recompuso. Mientras se levantaba gritó:
- ¡Tú lo has querido! Y se lanzó contra las olas, que lo estaban esperando.
El hombre chillaba como cuando era niño. Ahora se acordaba. Las olas crecían y él a veces las atravesaba por abajo y otras se dejaba revolcar, riéndose y tragando agua en ocasiones.
Dejemos a nuestro héroe jugando con las olas pues ha llegado el momento de abandonar el relato y volver a nuestros quehaceres.

2 comentarios:

  1. Cual Quijote luchando contra molinos de viento. Interesante. Los límites entre cordura y locura nunca están claros.

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  2. Me ha encantado eso de la banqueta y la playa. Hay que lanzarse al oceano, la vida es una locura.

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