martes, 22 de marzo de 2011

BookCrossing (y 5)

Se bajó frente al edificio negro, y yo detrás, como un yonki tras una papelina.
Me costaba seguirle el paso, el anciano llevaba un paso cada vez más ligero. Llegué a sospechar que no era un anciano y quise comprender qué podría querer semejante impostor. Tal vez se trataba de un bromista, o un polisecreta a la caza de libros prohibidos. Estaba absorto en mis pensamientos cuando se paró a conversar con otro hombre y tuve que esconderme rápidamente pues miraban en mi dirección. Las sienes me ardían, notaba mis propios latidos recorriendo mi cuerpo, aquello me estaba afectando ya demasiado.
Quise reincorporarme a la persecución pero tuve que volver a mi escondite porque los dos hombres seguían mirando en dirección a mi sin disimulo.
Pensé en abandonar, pero no lo hice, en lugar de eso, me armé de valor y salí de mi escondite con la intención de abordar al viejo y pedirle el libro, aclarar el malentendido.
Cual fue mi sorpresa al ver que el viejo cruzaba la avenida. Intenté seguirlo pero al pasar junto a su amigo, este me agarró del brazo y me preguntó donde creía que iba.
Sus dedos de hierro se clavaron en mi piel a través del abrigo.
Un coche paró frente a nosotros y la puerta trasera se abrió. El hombre me empujó dentro. Quise protestar pero me golpearon en la cara y me mandaron callar. El primer golpe me pilló por sorpresa y por la ventana pude ver cómo el viejo me enseñaba el libro sonriendo.
Cuando se perdió de vista el viejo y el libro pude ver mi cara de estupefacción reflejada en un escaparate y sobre el techo del coche la luz azul parpadeante.
Nunca más me he vuelto a ver.

5 comentarios:

  1. Frida valiente, me has pillado por sorpresa y he tenido que matarlo. Por un momento pensaba que se iba de las manos. A lo mejor tenía más recorrido pero reconozco que soy un poco cobardica y obsesionado con en orden.

    ResponderEliminar
  2. Pues claro que tiene más recorrido, espera y verás.

    ResponderEliminar
  3. Me gusta mucho este final que has ideado. Además me ha dado que pensar, quizás no sea tan buena idea lo de hacerme becera, la integridad física ante todo.
    Fíjate que me recuerda mucho a mi Tres de siete (lo pondré un día de estos por aquí.Por partes porque es algo largo). Ya me recordó cuando Sako decidió subirse al autobús y es que los autobuses dan para mucho.
    Esta experiencia tripartita ha sido divertida. Cuando queráis repetimos.

    ResponderEliminar
  4. Sako, en qué piensas, en el estado gaseoso? No me digas que nuestro ahora espectro bookcrosser sigue con su investigación...

    ResponderEliminar
  5. Ya me hago viejo, Frida, y me gustan los finales felices, sean gaseosos o corporales, o sino felices, al menos, abietos, así que ahí va.

    ResponderEliminar