lunes, 21 de marzo de 2011

BookCrosing (3)

Me situé estratégicamente al final del autobús de forma que podía contemplar cómodamente todos los movimientos del señor. El libro asomaba en el bolsillo del abrigo, parecía pedir socorro y en ese momento tuve la primera certeza: siempre que viajo en bus con un libro que amo, aprovecho para leer algunas páginas, ojearlo si el movimiento no permite una lectura atenta.
El hombre no se había dignado a sacar el libro del bolsillo. Era un libro de bolsillo, evidentemente, pero los libros están para ser tocados, ojeados, leídos.
La segunda certeza fue un fogonazo deslumbrante, una revelación. El señor se apoyó en un reposamanos y dejó que su mirada se perdiera por una ventanilla. Aquello estaba claro, mi libro había caído en manos indignas, ese gesto preocupado, ese ceño fruncido me explicaban que ese hombre no era el destinatario real de el libro.
Era uno que se había cruzado, simplemente.
El libro estaba destinado a una mujer hermosa, unas manos delicadas, unos ojos verdes, podía verlo claramente, aunque hubiera aceptado también unos ojos castaños, lo que no podía aceptar era a ese señor, ese intruso, ese oportunista ladrón de libros.
Yo había empezado a trazar un plan, una forma de devolver el libro a su lugar original, lo más fácil sería abordarlo y explicarle que el libro era mío y lo perdí en la parada. ¿Pero cómo le explicaba esta persecución casi enfermiza? En esas cavilaciones estaba cuando el señor metió la mano en el bolsillo y acarició el lomo del libro. Me quedé helado, el gesto había sido tan suave, tan preciso que la revelación inicial se dio la vuelta como un calcetín. De pronto el señor se convirtió a mis ojos en el destinatario legítimo del libro.
Evidentemente no lo leía porque prefería llegar a lugar seguro donde saborear mejor cada una de las páginas.
La incertidumbre me reconcomía ¿Era el perfecto lector de mi amado libro? ¿Era un advenedizo? Hubiera soportado cualquier certeza, pero la incertidumbre, ese infierno portátil que se esconde en cada una de nuestras decisiones…

2 comentarios:

  1. La verdad es que estaría bien que Frida pusiera su toque en esta historia.
    Venga, anímate.

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  2. Eso estaría bien, así te liberas de la ped de medieval, un descanso.

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