- Virtudes, qué alegría verte. Qué bien que salió la celebración del niño.
- Cuánto me alegro, Angustias. Querida, no quiero parecer maleducada pero me espera el doctor Acebedo.
- Tranquila, mujer, por lo que le pagas bien le merece la pena esperarte unos minutos. Verás, mi tía Sagrario le regaló un falón. Anda como loco dando patadas todo el día. Y es que en eso se parece a su padre, le apasiona el falompié. Por Dios, qué alcantarilla tan faloliente. Ven, vamos más para allá.
- No hace falta, Angustias, yo ya me voy. Vente mañana a tomar café, ¿te parece?
- Bueno, Virtudes, pues hasta mañana.
Estupefacta, llegó la señora al dispensario del doctor.
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