La Asociación de
vecinos de La Guindalera
Desea rendir
homenaje a Adolfo Zarzas, funcionario de correos, fallecido en el día de ayer.
Durante treinta años cubrió la zona de
Prosperidad con una eficacia digna de
encomio. Era tan diligente que las cartas, en vez de llegar en dos o tres días,
lo hacían en unas horas. A veces,
incluso, antes de escribirse. Tu hija piensa casarse, el niño ha aprobado los exámenes de la
universidad, decía con una sonrisa. Una sonrisa cálida y entrañable. Porque a su diligencia hay que unir su
calidad humana. Nunca ahorraba un gesto amistoso, una pregunta amable, cómo
está su sobrino, qué tal su artrosis, doña Claudia.
Y todos
asentíamos agradecidos.
Era un hombre
entrañable. Siempre anunciaba su llegada con un silbido. Nada más salir de la
oficina de correos, escuchábamos esa canciocilla, que se propagaba como un eco
entre las calles. ¡Viene el cartero!, decía Rosa, la de la tienda de
comestibles, con una emoción contenida. Y es que Rosa aguardaba impaciente
carta de su novio, que se había ido a la capital en busca de trabajo. El bueno
de Dimas.
Y qué poco se
quejaba, siempre con problemas para
llegar al final del mes, que si la hipoteca, que si el niño que acababa de
nacer, y siempre con esa buena disposición, con ese gesto de audacia que sabía sobreponerse a las dificultades. Nunca
podremos conseguir que nuestras cartas lleguen a tiempo, pero su recuerdo quedará para siempre
en nuestro corazones.
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