13.50
Noticias buenas y malas. He logrado zafarme de mi atracador, pero me he perdido. Para colmo ha empezado a llover. No es una simple llovizna, no. Es una de esas tormentas que provocan inundaciones, y pérdidas humanas y materiales. Y es que las desgracias nunca llegan solas. Entro en una cafetería y pregunto al camarero, ¿estoy lejos de la calle Mártires? Entonces siento el ambiente cargado de hostilidad. La mayor parte de la clientela está compuesta por jóvenes de color. O afroamericanos. Bueno, que más da. Uno de ellos me levanta el dedo en señal de desprecio. Es una joven de pelo largo y rizado.
- Siga por esta calle –dice el camarero-, luego gire la segunda a la derecha. No tiene pérdida, pero será mejor que se vaya cuanto antes. No queremos problemas.
- ¿A qué se refiere?
- No debería entrar con ese aspecto en locales como estos –dice señalando con el índice mi cabeza recién rapada-. No sé si será usted un skin, pero…
- Soy demasiado mayor para ser un skin.
Entonces veo a la joven del dedo hablando con dos o tres amigos. Están sentados en una de las mesas del salón. Me miran, uno de ellos parece levantarse, lleva una cadena alrededor de la cintura. Doy las gracias al camarero y me dirijo lentamente hacia la puerta de salida, tienes que aparentar seguridad, que no te noten el miedo. Luego, salgo corriendo
Casi que me quedo con el de la navaja.
ResponderEliminarBuster Keaton en la calle Larios.
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