Cuando fui a correos me imaginaba lo peor. Un remedio de televenta, o un fascículo perdido. Lo que no esperaba era una carta. Tu carta de despedida. Sus letras ahogaban mis heridas, replegaban aún más mis alas, pero me acercaban a tu huída, a mis sueños de volar en tu busca. Te escribí otra carta, sólo mi firma y la tiré al mar, en un brik. Se incrustó en las rocas. Y yo detrás.
En algún momento del relato puedo ver claramente como unas frases tiran de las otras.
ResponderEliminarEl micro fluye como un tobogán engrasado.
Una hermosa y trágica historia en un párrafo, ¿para que más?
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